lunes, 7 de febrero de 2011

A nivel educativo o sanitario, aún no conocen el síndrome de Aspergen

Para el hijo mayor de Raquel Muñoz, de quince años, el recreo es un suplicio del que trata de escaquearse a diario. Hace siete años le diagnosticaron síndrome de Aspergen (también conocido como autismo de alto funcionamiento) y, desde entonces, su familia ha peleado mucho para conseguir adaptaciones que parecen nimiedades, pero que hacen la vida de este adolescente mucho más llevadera.

«Las cosas no son más sencillas. Hay que seguir luchando mucho porque, a nivel educativo o sanitario intentan comprenderte, pero aún no conocen el síndrome de Aspergen», lamenta Muñoz. Este es el motivo de que cualquier pequeño cambio les cueste horas y horas de trabajo con profesores y responsables del centro educativo. «A mi hijo no le gusta estar en el recreo, es un sufrimiento para él toda esa gente gritando a la vez y arrimándosele, así que trata de escaquerse siempre que puede. Nosotros pedimos que le permitieran estar en la biblioteca tres días a la semana, pero hay profesores que eso no lo entienden», dice Muñoz.

Su hijo mayor es el primer alumno con diagnóstico de síndrome de Aspergen que estudia en el colegio, un centro ordinario en el que comenzó con tres años. «Entonces ya nos dimos cuenta de que le pasaba algo, que no quería socializar y que prefería otras cosas a estar con los niños, pero fue en Emiratos Árabes (país al que se trasladaron un año) donde nos dijeron que creían que tenía Aspergen», cuenta Muñoz. De vuelta a España, obtuvieron el diagnóstico y profesores más receptivos que otros. «El año pasado hice un escrito en colaboración con Autismo Burgos para pedir algunas adaptaciones que, creo, no trastocan tanto», dice explicando que, ante determinadas situaciones, el menor adolescente puede reaccionar de forma violenta.

Otro de los grandes problemas que esta madre cree que hay que corregir es el acoso escolar hacia el que es diferente. «Él no me cuenta nada, pero sé que el año pasado hubo veinte niños tirándole bolas de nieve solo a él y, ahora, le da miedo salir cuando nieva», critica.   

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