lunes, 22 de noviembre de 2010

Emanuel David desafía su autismo nadando con delfines

Tortola. Primero, un paso tímido. Luego, sonidos, palabras, grititos cortos de alegría y movimientos de excitación con las manos. Finalmente, risas y un besito.

Así el niño Emanuel David Soto Dorta, quien padece de autismo, disfrutó de varias sesiones de nado con delfines en la cercana isla de Tortola, la semana pasada. 

El pequeño de tres años de edad compartió, principalmente, con el delfín llamado Neptuno, un macho joven que interactuó con mucho cuidado y con una conmovedora ternura al menor.


“Todo es posible”, decía por ocasiones Emanuel David, quien no logra concentrarse y carece de destrezas sociales. 

El juguetón Neptuno -de cuatro años- comenzó deslizándose suavemente y muy lento frente al niño que se encontraba en los brazos de la entrenadora Paulina Zambrano. 

Las primeras visitas del mamífero fueron ignoradas por el niño, quien meneaba la cabeza en semicírculos y movía los ojos de lado a lado con miradas un tanto perdidas. “Mira el delfín, Ema”, le decía Zambrano.

Emanuel se concentraba por segundos al pasar el animal, pero luego su mirada se perdía en el cielo y en los alrededores. “Delfín con ‘D’”, murmuró el menor oriundo de Camuy en determinado momento. 

Cada vez que el delfín pasaba frente al niño, su expresión cambiaba. Comenzaba a hablar, murmurar, tararear alguna canción con las palabras que escuchaba a su alrededor y aleteaba las manos. 

Tocaba a Neptuno cuando éste se acercaba a su cara y le hacía ruidos con la boca, a manera de trompetillas. Luego se tapaba los oídos con las manos cuando el mamífero respondía con su chillido. 

Fue impresionante. El delfín le lanzaba agua y Emanuel reía y tarareaba. Abría la boca en forma de asombro.
“Suave”, repetía el niño al tocar la piel resbalosa del mamífero acuático del centro Dolphin Discovery, ubicado en el territorio más grande de las Islas Vírgenes británicas. 

“Dale un besito”, le pidió Iris Viviana Dorta Aguilar, madre del menor, quien de inmediato le plantó un beso en la nariz al animal a la vez que balbuceaba palabras. 

Después de la primera sesión, Iris Viviana comenzó a ver pequeñas diferencias en el comportamiento de su hijo. 

“Ya tuvo el cambio al darle una orden y ejecutarla... él no lo hacía. Como está con catarrito, le di la toallita y le dije: ‘límpiate la nariz’, y él lo hizo. Antes no lo hacía”, compartió la progenitora, quien viajó junto a su madre, Higinia Aguilar, para la experiencia. 

“Cuando llegamos la primera vez, se emocionó y dijo: ‘¡Delfines, delfines!’, pero cuando entró al agua, tardó casi media hora en atreverse a tocarlo”, añadió Iris Viviana, quien labora en una farmacia en Quebradillas. 

“En el segundo intento le dio un besito a los delfines”, mencionó la orgullosa madre, quien no podía parar de agradecerles al acuario Dolphin Discovery y al hotel Nanny Cay, la donación de las sesiones de nado y la estadía, gracias a la intervención de la telerreportera Susan Soltero (Univisión Puerto Rico). 

Según comenta Iris Viviana, se supone que a su edad Emanuel dibuje círculos y garabatos, pero sólo traza líneas. 

“En estos días me ha hecho diferentes garabatos y yo... aplaudiéndolo”, destacó.
La delfinoterapia le fue recomendada por el psicólogo Josué Vega.


El gerente general del Dolphin Discovery, Carlos Guerrero, explicó a Primera Hora que los delfines, al igual que los seres humanos, tienen sus personalidades.
Por tanto, no todos éstos pueden utilizarse para terapias y, mucho menos para casos de niños con condiciones como el autismo. 

“Estamos trabajando con unos animales que son más pacientes, que les gusta mucho convivir, que no están nerviosos. Emanuel tiene el problema de que no se concentra por mucho tiempo, así que si podemos tener un delfín que esté bien con eso, podemos estar horas con él”, añadió Guerrero sobre la selección de Neptuno para trabajar con Emanuel.  El niño, además, nadó con Luna y Aníbal.

¿Qué es la delfinoterapia? 

Este término se utiliza para describir la interacción de personas con delfines dentro de piscinas de zoológicos y acuarios. Esta actividad mejora la calidad de vida de niños que padecen discapacidades relacionadas con el sistema nervioso central, mujeres embarazadas y adultos con adicciones, según algunos expertos.

Beneficios:

Mejora el estado anímico y psíquico
Más seguridad en uno mismo
Mejora el autocontrol mental
Aumenta el interés por relacionarse con el entorno
Mejora el tono muscular (por el ejercicio)
También, se piensa que el sistema de navegación de estos animales, que utilizan un sonar que emite vibraciones ultrasónicas, estimula el desarrollo de las células del cerebro. 

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